martes, 15 de marzo de 2011

MISIÓN CONTINENTAL. Deja tus miedos

Fíjate qué amor tan grande el de Dios para llamarte hijo suyo, pues lo eres. Ésa ha sido la gran obra de Jesús en ti: te ha hecho hijo como él. Gracias a su Espíritu, tu corazón y tus labios pueden llamar a Dios "padre"; más aún, "papá" (abbá). Deja tus miedos y tus desconfianzas. Eres hijo de Dios, no su esclavo. Ahí está él: más cercano y más íntimo a ti mismo que lo puedas estar tú. "Como niño en brazos de su madre". Toda tu vida queda transformada por esa realidad personal que te envuelve, abrazándote. Vive como hijo. Gózate en el amor de tu Padre-Dios. No recaigas en el temor. Sus brazos están siempre abiertos. Si tu historia con Dios está sembrada de perdón, lo amarás mucho más. Más grandes aún serán las maravillas que está haciendo contigo y por ti. "¿Quién podrá separarte del amor de Dios?" Nada ni nadie, porque él te ha encontrado y tú te has dejado encontrar. Déjate sorprender: no eres sólo su criatura, eres su hijo. Tu testimonio lo es siempre de esta realidad que ha transformado tu vida, dándole un sentido que nunca hubieras sospechado. Vives una vida nueva: la vida de Dios, y la transmites desde la alegría de verte envuelto en una "vida en abundancia".

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